domingo, 27 de noviembre de 2011

PRIMER ENARBOLAMIENTO DE LA BANDERA NACIONAL




El 27 de febrero de 1812, en la Batería Independencia de Rosario, a las seis y media de la tarde, Manuel Belgrano mandó a enarbolar por primera vez la bandera argentina; pero de inmediato el Triunvirato lo amonestó y le ordenó guardarla.

El cumpleaños de la mayor insignia patria conlleva por esto un sabor amargo: haber fijado el Día de la Bandera el 20 de junio, aniversario de la muerte de su creador, es un homenaje, pero también, una forma de evitar tan engorrosa historia.

Explicar que tras la creación de la enseña azul y blanca, la Argentina volvió a tener durante cuatro años la bandera roja realista, incomoda a más de uno.

El 13 de febrero de 1812, Belgrano le había pedido al Triunvirato una escarapela nacional que distinguiese a sus soldados de los españoles, porque la insignia que usaban era igual a la de las tropas enemigas.

El 18 de febrero de 1812, el Triunvirato creó la escarapela nacional, gesto al que nueve días más tarde un entusiasmado Belgrano respondió con el enarbolamiento de la primera bandera.

El 27 de febrero le escribió al Triunvirato: “En este momento, que son las 6 y media de la tarde, se ha hecho la salva en la Batería de la Independencia (…)

Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.” Pero el Triunvirato no la aprobó: jaqueado por la situación política internacional, el 3 de marzo de 1812 el gobierno le ordenó ocultarla; sin embargo, el general, en viaje al noroeste, no recibió a tiempo la orden y el 25 de mayo enarboló bandera en Jujuy, donde fue bendecida por primera vez.

En junio, el Triunvirato volvió a recriminarle: “La situación presente, como el orden y consecuencia de principios a que estamos ligados, exige (…) que nos conduzcamos con la mayor circunspección y medida; por esto, la demostración con que V.S. inflamó a las tropas de su mando enarbolando la bandera blanca y celeste, es a los ojos de este gobierno de una influencia capaz de destruir los fundamentos que justifican nuestras operaciones”.

Y agregaba: “ha dispuesto este gobierno que sujetando V.S. sus conceptos a las miras que reglan determinaciones con que él se conduce, haga pasar como un rasgo de entusiasmo el enarbolamiento de la bandera blanca y celeste, ocultándola disimuladamente y sustituyéndola con la que se le envía, que es la que hasta ahora se usa en esta fortaleza y que hace el centro del Estado”.

Belgrano prometió guardarla hasta que un triunfo meritara volver a exponerla y la oportunidad se la dio la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1812.

Entre tanto, en Buenos Aires, el fervor patrio se mantenía en pie: el 23 de agosto, en la Iglesia San Nicolás de Bari, al celebrarse un oficio para festejar el aplastamiento de la conjuración de Alzaga, la bandera flameó en las narices de uno de los triunviros, Miguel de Azcuénaga, que asistió a ese acto.

Lo mismo ocurrió al saberse del triunfo de Belgrano en Tucumán: “El 5 de octubre (1812), cuando en esta capital se difundió la noticia de la victoria de Tucumán, a la puesta del sol se arrió la bandera rojo y gualda del fuerte y en la misma asta se izó un gallardete celeste y blanco, que dominaba a la insignia amarilla y encarnada que quedaba debajo”, escribió en sus “Memorias curiosas” Juan Manuel Beruti.

No fue todo: al año siguiente, el 13 de febrero, el Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII en presencia de la bandera nacional, que sin embargo no fue reconocida como tal sino hasta el 20 de julio de 1816, cuando el Congreso de Tucumán le dio por ley ese carácter.

”Elevadas las Provincias Unidas en Sud América al rango de una Nación, después de la declaratoria solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca”, sancionó.

Pero ya habían pasado cuatro años y apenas faltaban otros tantos para que, olvidado y pobre, muriera Belgrano, su creador. Tan olvidado, que sólo uno de los ocho periódicos de Buenos Aires informó de su deceso. Tan pobre, que tuvo por lápida el mármol del lavatorio familiar.



Fuente
Bertolini, Ana María – La azul y blanca cumple 195 años – Buenos Aires (2007)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

miércoles, 29 de junio de 2011

SUTEP logró un 33% de aumento salarial para los Trabajadores de Teatro


El Sindicato Único de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP) y la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET), firmaron un acuerdo salarial por medio del cuál los trabajadores de teatro de todo el país percibirán, desde el 1 de mayo de este año, un incremento del 33% en sus salarios.

El aumento salarial será desglosado de la siguiente manera: desde mayo los trabajadores percibirán un aumento del 10% sobre el salario básico del mes de Abril del 2011. Luego, en el mes de Septiembre se incrementaran los salarios un 10% más, acumulativo al anterior. Y por último, en el mes de Enero 2012 se sumará otro 10% de aumento acumulativo que regirá hasta el mes de Abril 2012, convirtiéndose de esta manera en un 33% de aumento salarial total.

El acuerdo tiene vigencia desde el 1 de mayo de 2011 hasta el 30 de abril de 2012 y afecta a todos los trabajadores de teatro cuyas actividades están regidas por los convenios colectivos 291 y 312, ambos del año 1975. El convenio 291/75 regula la actividad de acomodadores, avisadores, encargados de toilette y/o guardarropas, porteros, porteros de túnel, serenos, boleteros, jefes de boletería, capataces, conserjes, utileros, modistas, vestidoras y sonidistas. Por su parte el 312/75 lo hace con los electricistas teatrales.

Este es otro logro importante para los compañeros porque mejora sus ingresos, de una manera justa, equilibrando sus salarios con la realidad de nuestro país.